El amor no es una mera abstracción, sino una fuerza transformadora que encuentra su máxima expresión en la acción: una ofrenda desinteresada y generosa de uno mismo a Dios. El amor es siempre una acción. En un mundo donde el significado de la vida a menudo puede parecer incierto, donde las necesidades de nuestros hermanos y hermanas son vastas y diversas y donde defender la dignidad de cada persona es un deber primordial, hay una fuerza que puede guiarnos. Esa fuerza es el amor.

Como discípulos, todos estamos llamados a mirar más allá de nuestras diferencias y unirnos de maneras que nos permitan demostrar el amor en acción. Debemos servirnos unos a otros defendiendo a los enfermos, los necesitados y los no nacidos; mostrando compasión y paciencia unos por otros; compartiendo nuestras bendiciones con los menos afortunados; y perdonándonos unos a otros como Dios nos perdonó. Su apoyo a la Campaña de Desarrollo y Caridades del Arzobispo (ABCD) es un acto de amor que puede cambiar su vida y la de los demás.